Petra, declarado Patrimonio Mundial de la Unesco, es accesible sólo por un estrecho sendero de montaña por el noroeste, o al este a través de un caño de aproximadamente 1,5 kilómetros de longitud y 200 metros de altura, el Siq, el acceso principal que en su lugar más estrecho mide apenas dos metros.
La presencia de agua y la seguridad proporcionada por el emplazamiento de Petra en aquellos siglos hizo de ella una parada natural en la intersección de varias rutas de caravanas que conectaban Egipto, Siria y Arabia con el sur del mar Mediterráneo, aunque según vas recorriendo el sendero, con el calor y en un ambiente muy seco te parece increíble que tiempo atrás hubiera agua... menos mal que hay canales que demuestran que pasaba agua.
Se puede recorrer toda la ciudad viendo las casas, los lugares de culto y de entierro de la cultura nabatea, te traslada a un mundo antiguo... exceptuando aquello modificado por los saqueadores de tesoros que se cargaron varios elementos de su construcción durante el siglo XX. Como por ejemplo, se creía que en los jarrones se escondía oro pero eran esculturas, pura roca.
Además, como fanática de Indiana Jones, merece la pena descubrir uno de los escenarios de la mejor película: Indiana Jones y la última cruzada, aunque una pequeña decepción cuando te asomas a la entrada y no hay más que una sala, no las pruebas que Indy tiene que superar... ;)
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